Según el
último informe de Naciones Unidas, el 99,3% de las mujeres egipcias ha sufrido algún tipo de acoso sexual a lo largo de su vida y en el 91,5% de los
casos han sido agresiones físicas en la vía pública. Esto le ha valido a Egipto
el dudoso honor de ocupar el último puesto entre los países árabes en la
defensa de los derechos de las mujeres, precedido, en orden ascendente, por
Irak y por Siria.
En los últimos años, periodistas,
escritores y artistas han tratado de denunciar esta situación a través de sus
columnas periodísticas, su música (véase en este blog la historia de la joven Mayam Mahmoud) y sus obras de creación plástica y fílmica.
Quizá el relato que mayor impacto ha tenido haya sido el de la periodista Mona Eltahawy,
que relató para The Guardian la violación sufrida durante
las protestas en la plaza Tahrir en 2011.
Sin embargo, el problema ha llegado a
ser internacionalmente conocido gracias a la película El Cairo 678, que el joven
cineasta egipcio Mohamed Diab presentó en el Festival Internacional de cine de
Dubai en 2010. En ella se aborda por primera vez y abiertamente el problema del
acoso sexual que sufren las mujeres egipcias en la calle y en los medios de
transporte: acontecimientos como las manifestaciones (y, como hemos dicho, las
de la plaza Tahrir durante la Primavera Árabe o en contra del gobierno de Morsi
no han sido una excepción), los partidos de fútbol y las aglomeraciones de
público en general, o lugares como los autobuses (de ahí el título de la película) o las calles
comerciales más concurridas son los escenarios preferidos de los acosadores.
La
película, basada en hechos reales, está construida a partir de la historia de tres mujeres cuyas vidas se
entrecruzan. Cada una de ellas pertenece a una clase social diferente y tiene
una visión distinta de las relaciones de pareja y de papel de la mujer en la
sociedad; además, las realidades en que viven inmersas oscilan desde el lujo de la
clase alta hasta las dificultades económicas de la clase trabajadora, pero a
las tres les une la lucha contra las agresiones sexuales que han sufrido en distintos
momentos de su vida.
Las grandes diferencias que existen
entre estas tres mujeres –y sus diferentes modos de luchar contra estos
ataques– le permiten al espectador apreciar la complejidad de la sociedad
egipcia más allá de sus estereotipos, pero también comprender que el acoso no hace
distinción de clases y que este sufrimiento, muchas veces silenciado, constituye
uno de los más graves problemas sociales actuales de Egipto. Además, el largometraje también pone en
evidencia la falta de sensibilidad generalizada, desde las autoridades
policiales hasta los adolescentes, que repiten los comportamientos observados.
En efecto, la película
refleja hasta qué punto la sociedad –mujeres incluidas– prefiere negar este
problema en lugar de afrontarlo: la valentía de una de las protagonistas, que
decide poner la primera denuncia por acoso sexual de la historia de Egipto, se
ve frenada por las presiones de su familia y de su prometido, que temen que el
escándalo pueda perjudicarles profesionalmente; otra de ellas debe soportar,
además de la humillación de ser manoseada por un grupo de exaltados, el rechazo
de su marido y la pérdida de su hijo; la propia policía las considera unas
alborotadoras peligrosas. Son víctimas que solo encuentran incomprensión y
negación como respuesta.
Pero quizá la prueba
más contundente del rechazo social a reconocer la existencia de esta realidad
sean los problemas que la propia película ha tenido para estrenarse y
difundirse. El cantante Tamer Hosny demandó al director de la película por
haber incluido una de sus canciones como banda sonora, ya que no quería que se
le relacionara con este tema en absoluto. Mahmoud Hafny Mahmoud, de la
Asociación por los Derechos Humanos y la Justicia Social, solicitó oficialmente
la prohibición de la película porque “incitaba a las mujeres a atacar con armas
punzantes a los hombres”. Por último, el abogado Abdel Hamid Shabban hizo lo
posible por que el largometraje no se presentara al Festival de Dubai, donde fue
galardonado con el premio al mejor actor para el veterano Maged El Kedwany y a
la mejor actriz para Bushra, ya que, en su opinión, el objetivo principal de la película era ofrecer una
imagen deplorable de Egipto, acusación de la que se ha defendido en repetidas
ocasiones el director, que ha señalado la importancia de acabar con el terrible silencio y secretismo que rodea a este problema social y la relevancia que tiene el hecho de que entre los denunciantes se
hagan oír las voces masculinas.
Las dimensiones que ha
alcanzado el acoso sexual en Egipcio tiene efectos extremadamente negativos
tanto para las propias mujeres como para el país en general. Para las mujeres,
porque afecta directamente a su autoestima y a su estabilidad psicológica, ya
que se sienten amenazadas y adoptan una actitud de alerta constante en la vía pública
que les lleva, en casos extremos, a recluirse en sus casas y a limitar al
mínimo su actividad pública. Este es el mensaje que ha tratado de transmitir la última campaña de Naciones Unidas, Put yourself in her shoes, que pretende concienciar a los hombres de la humillación cotidiana que
infligen a las mujeres con esta actitud.
Para el país, porque hasta que no se
erradique esta lacra la mujer egipcia no podrá incorporarse con normalidad al
mercado laboral, no podrá participar plenamente en las estructuras y organismos públicos y
privados de participación ciudadana, no podrá ejercer libremente sus derechos. Todo ello constituye un pesado lastre para el desarrollo económico y político de Egipto.
Las reformas políticas
que han tenido lugar tras las revueltas de 2011 no han hecho más que empeorar
la situación de las mujeres egipcias: su presentación parlamentaria ha caído
del 12% al 2% y no parece que las autoridades ni islamistas ni militares hayan
dado prioridad en sus respectivas agendas a la erradicación de estos ataques.
De hecho, numerosas asociaciones feministas nacionales e internacionales han señalado la escasa repercusión que los últimos
cambios políticos han tenido para las mujeres egipcias.