Et si j’écris en
français, qui es la langue de mon pays, plutôt qu’en
latin, qui est celle de mes précepteurs, c’est à
cause que j’espère que ceux qui en se servent que de leur
raison naturelle toute pure jugeront mieux de mes opinions que ceux
qui ne croient qu’aux livres anciens. Et pour ceux qui joignent le
bon sens avec l’étude, lesquels seuls je souhaite pour mes
juges, ils en seront point, je m’assure, si partiaux pour le latin,
qu’ils refusent d’entendre mes raisons, parce que je les explique
en langue vulgaire
Jean-René
Descartes, Discurso del método.
La population du Liban est
Libanaise, tout simplement
Michel
Chiha.
Yet, I have only known one
person who actually spoke classical Arabic all the time, a
Palestinian political scientist and politician whom my children used
to describe as “the man who speaks like a book”.
Vista de Zahlé, ciudad natal de Saïd Akl. Fuente: Wikipedia. |
Aunque hemos comenzado nuestra intervención en
este blog con tres citas de celebridades intelectuales de primer
nivel, la historia que vamos a contar no arranca ni en los elegantes
salones del Paris savant del Racionalismo, ni en el Beirut
mercantil de entreguerras, ni tampoco en un aula neogótica de
la Universidad de Columbia, sino en una pequeña ciudad de la
Beqaa conocida por su carácter levantisco y, en buena medida,
agresivo: Zahlé. Efectivamente, tenemos que detenernos por un
momento en la “novia de la Beqaa” (compañera ideal de ese
“señor del campo” que es Baalbeck en su etimología
canaanea), en esa ciudad, cuyos habitantes eran considerados
«insolentes, abusivos con
los extranjeros y tiránicos» (FAWAZ, 1988, 53) por los
viajeros europeos del siglo XIX, y cuya belicosidad se extendía
por igual a los musulmanes que a sus correligionarios cristianos (la
ciudad era – y sigue siendo – el centro principal de la comunidad
greco-católica en Líbano), es donde, en 1911, nació
el protagonista de este post:
Saïd Akl.
Said Akl, sin morderse la lengua.
Saïd Akl,
digno hijo de su ciudad por su carácter indomable y por su
fama de “no morderse la lengua” – que puede verse claramente en
el vídeo anterior, proviene de una rica familia venida a menos por la
célebre prodigalidad de su padre, uno de los famosos qabaday
(u “hombres duros” en la traducción de FAWAZ, 1988, 52) de
Zahlé. Estudió en su localidad natal y, aunque no pudo,
o quizás precisamente por ello, cumplir su sueño de
estudiar ingeniería en Beirut, se aplicó a la tarea de
«convertirse en el arquitecto del espíritu de la nación»
(SALAMEH 2010, 139). Fue precisamente durante su frustrante escapada
a Beirut que el joven Akl entró en contacto con los jeunes
phéniciens que,
en torno a la figura del padre Lammens, acabarían por erigirse
en los principales representantes del nacionalismo libanés, en
sus distintas corrientes: Michel Chiha, Charles Corm, Hector Klat,
Elie Tian...
Charles Corm. Wikipedia |
Para los
mencionados apóstoles de ese nacionalismo de entreguerras, ya
fueran fenicianistas, mediterraneanistas, maronitistas o seguidores
de cualquier otro “ismo”, el Líbano constituía un
verso suelto en Oriente Próximo, un país singular,
distinto de cualquier otro de los estados del entorno, por mor ya
fuera de su historia, ya fuera de su geografía, según
el énfasis que le quisiera poner cada una de las corrientes,
en palabras del poeta-devenido-empresario Charles Corm (1987, 103-104):
Toutes
les nations se sont toujours ruées
Sur
ce petit lopin de terre extenuée
Qui
leur devint fatal!
Nous
avons vu passer les peuples et les âges,
Et
nous sommes restés, dans l’azur éclatant,
Fermes
sur les sommets, calmes, pensifs et sages,
Depuis
la nuit des temps!
Combien
ont défilé de mages, de poètes,
De
princes, de soldats, de chefs empanachés,
De
rois, de potentats, de dieux et de prophètes
Aux
pieds de nos rochers!
Mais
notre Nahr el-Kalb, plus grand que vous outrages,
Ne
retient sur ses bancs, de vos sanglants passages,
Que
le fragile éclat
¿Cómo
explicar, pues, que si los invasores no han dejado nada más
que el “frágil resonar de sus pasos”, los libaneses hablen
árabe? Preguntarán los arabistas, a lo que los
nacionalistas responderán que los libaneses siempre han sido
un pueblo políglota, en palabras del
banquero-devenido-articulista Michel Chiha (1964, 84):
Michel Chiha. Espace Français |
Le Liban a rendu
à la langue arabe, depuis un siècle, les services les
plus éminents.
Il sera de plus
en plus, de cette langue illustre, un des flambeaux. Mais le Liban
parlera aussi et écrira à sa guise le français,
l’anglais, le turc et le persan, le portugais et l’espagnol dans
toute la mesure où cela lui sera nécessaire ou lui
plaira.
Esta
poliglosia libanesa, festejada como herencia del glorioso pasado
fenicio y característica inherente al ser libanés, no
será tan celebrada por el poeta (CORM, 1987, 101) cuando se
lamente diciendo:
Qu’un
peuple est orphelin quand il n’a pas de langue;
Que
les langues d’autrui sont un habit d’emprunt,
Qu’on
y parait douteux, honteux, chétif, exsangue,
Étrange
et importun!
Frente
a sus ilustres precursores se levantará el nuevo nacionalismo
de Saïd Akl: el libanismo, para el que Líbano no es ni
fenicio, ni mediterráneo, ni – mucho menos – árabe,
sino, simplemente, libanés. No quiere ello decir que se
renuncie al pasado fenicio – en ningún modo, es más,
Akl irá hasta el punto de afirmar que el mundo no sólo
debe al Líbano el alfabeto, sino también el monoteísmo,
el descubrimiento del átomo, el gobierno representativo, el
estoicismo y la geometría euclidea – sino que, a su juicio,
los fenicios no son sino una de las encarnaciones históricas
del genio libanés, entre otras muchas. ¿Y este pueblo
tan emprendedor, acaso carece de su propia lengua? Por supuesto que
no, nos dirá Akl, posee una lengua propia, distinta
genéticamente del árabe, y directamente descendida del
fenicio-arameo de antaño.
La
cruzada lingüística de Saïd Akl comienza en 1954,
cuando pronuncia una conferencia en el Cénacle
Libanais
(célebre foro de debate de l’âge
d’or
libanesa) en la que identifica al árabe con el latín,
afirmando, por tanto, que el MSA no es sino una lengua muerta,
incapaz de expresar las necesidades del hombre contemporáneo y
haciendo un llamamiento a la adopción del dialecto libanés
como vehículo de expresión no sólo privada, sino
también pública. Las ideas de Akl no son, sin embargo,
tan extrañas como pudiera parecer, pues ya antes que él
otras figuras relevantes de la literatura árabe como Salama
Musa, Tawfiq Awwan, Abdelaziz Fehmi Pasha o el mismísimo Taha
Husein se habían manifestado en pro de la reforma de la lengua
escrita. Sin embargo, nuestro protagonista no se quedará en
comparaciones árabe-latín, sino que irá más
allá y, a partir de los años 60, pasará a negar
cualquier tipo de relación entre el árabe y la que, a
partir de entonces, denominará siempre lengua libanesa, o como
él mismo dice «[la lengua] libanes[a] es el vástago
de tu madre Fenicia, no de tu tía Arabia» (en SALAMEH,
2004, 206), es decir, el libanés es una versión
modernizada y actualizada de la antigua lengua canaanea hablada en
Tiro y Sidón hace miles de
años.
El padre Lamens |
Si
la lengua hablada en Líbano no es árabe, lógicamente
tampoco la escritura árabe servirá para representar los
sonidos de esta lengua libanesa, dirá Saïd Akl,
apoyándose para ello en la obra de autores como Adrien
Barthélemy, quien en su Dictionnaire
des Dialectes de Syrie: Alep, Damas, Liban, Jérusalem
afirmará, sin ambages, que «los tres símbolos
[vocálicos] de la lengua escrita son incapaces de expresar con
precisión las diez vocales de la lengua hablada» (P.
V); o el padre Lammens quien, en 1928, atribuirá a la
complejidad del alfabeto árabe «la gran extensión
del analfabetismo entre las naciones que [...] lo usan» (Cit.
en SALAMEH, 2004, 215). Frente a la mencionada complejidad del
alfabeto árabe, con sus más de 600 signos (no en vano,
para representar el fonema /g/ se emplean ni más ni menos que
cuatro grafías diferentes: غ،
ـغـ، غـ، ـغ),
Akl propondrá un alfabeto latino modificado, «consistente
en sólo treinta y seis símbolos, desprovistos de
puntos, guiones, apóstrofes, acentos o cualquier otro [...]
diacrítico [...]» (SALAMEH, 2010, 241) y en el que además
cada letra representa, sola y exclusivamente, un sonido, a diferencia
de lo que ocurre, por ejemplo, en castellano (en donde la letra c
puede representar los fonemas /θ/ o /k/ dependiendo de la vocal que
la acompañe).
El alfabeto akliano. Fuente: El-Sawt |
Aunque
la lengua libanesa continua siendo el vehículo de comunicación
oral predominante en Líbano (tanto en las conversaciones
cotidianas como en el espacio público: las clases en la
universidad, los sermones en las iglesias, los programas de
televisión, etc. se desarrollan, con contadas excepciones, en
libanés), lo cierto es que la reforma alfabética
propuesta por Akl no ha conocido el éxito que él
esperaba (lo que no impide que el autor se identifique a sí
mismo con Dante y otros “lobos solitarios” que promovieron las
lenguas vernáculas frente a los latines de su tiempo), y él
mismo ha continuado escribiendo en árabe clásico. Las
razones que pueden explicar el fracaso de esta propuesta lingüística
son, desde luego, numerosas y van desde escrúpulos religiosos
(no olvidemos que el Corán está escrito en árabe
y que, para los musulmanes, contiene la palabra de Dios mismo;
admitir que la lengua árabe está fosilizada o anticuada
podría causar preguntas incómodas desde el punto de
vista teológico, sobre todo a la luz de Corán 12:2)
hasta la pereza, en palabras del propio Said Akl, por aprender nuevos
signos y reglas gramaticales (SALAMEH, 2010, 219).
Los mitos y leyendas libaneses, de la literatura al discurso oficial |
El
intento de Akl ha fracasado, decíamos antes, y sin embargo,
por doquier se ven instituciones y páginas web dedicadas a la
enseñanza de la lengua vernácula libanesa, empleando
versiones modificadas del alfabeto akliano, al tiempo que los mitos y
leyendas que él contribuyó a crear han saltado de las
páginas de Cadmus
o Yara
a la cultura popular. Quizás algún día se diga
que, efectivamente, Akl ha sido el Dante libanés, pero también
cabe que nos preguntemos ¿Qué sentido tiene promover
una lengua con tres o cuatro millones de hablantes, cuando hay
cuatrocientos millones que utilizan un dialecto del árabe?
¿Puede sobrevivir una lengua minoritaria en este mundo de
televisiones por satélite (Al-Jazeera,
Al-Arabiya)
y comunicaciones globales por internet? Sólo el tiempo podrá
responder a estas preguntas, por ahora no nos queda más
remedio que felicitar al ya centenario Saïd Akl por haber tenido
la valentía, con luces y sombras, de agitar el panorama
cultural árabe de su época con sus propuestas
rupturistas.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
CHIHA, M. (1964); Politique Intérieure. Beirut, Éditions du Trident.
CORM, C. (1987); La Montagne Inspirée. Beirut, Éditions de la Revue Phénicienne.
FAWAZ, L. (1988); «Zahle and Dayr el-Qamar. Two market towns of Mount Lebanon during the civil war of 1860». Lebanon: a History of Conflict and Consensus. Londres, I.B. Tauris, pp. 49-63.
SALAMEH, F. (2004); Inventing Lebanon: Lebanonism in the Poetry and Thought of Saïd Akl. Tesis doctoral, Brandeis University.
SALAMEH, F. (2010); Language, Memory, and Identity in the Middle East: the case for Lebanon. Plymouth, Lexington Books.
No hay comentarios:
Publicar un comentario