viernes, 3 de enero de 2014

El nuevo negocio de una "religión velada"

La muy controvertida y debatida moda del velo, ha llevado durante los últimos años a la existencia de distintos discursos tanto de oriente como de occidente en lo que se refiere al mismo.

Dichos discursos se centran en el uso o no del denominado Hiyab relacionando su uso con directrices relacionadas con la fe y el buen uso de la moral por parte de las mujeres en la religión musulmana. Recientemente además, aparte de debatir si se debe llevar o no, se discute y opina también sobre la manera de llevarlo.

Hay quién dice que “no hay mayor negocio que la fe”, y en el tema que pretendemos tratar, esta afirmación no va demasiado desencaminada si nos fijamos en el negocio en el que se ha convertido para muchos, el gran uso que se está dando del Hiyab.

El velo islámico ha venido sufriendo una transformación desde sus orígenes. Desde un mero instrumento de fe e identidad, hasta llegar a formar parte de un sinfín de opiniones y tendencias sobre cómo llevarlo conforme a la forma de las diferentes facciones femeninas, o de qué color y forma lucirlo dependiendo de la ocasión. En definitiva, se trata de llevar un velo a la moda



Analizando la situación, podemos pensar en el hecho de que religión y moda podrían beneficiarse mutuamente. La religión musulmana defiende el uso del velo, y a la vez, las tendencias de cómo llevarlo a la moda pueden reforzar el continuado uso del mismo para muchas musulmanas que puedan estar dudando en si llevarlo o no.

A pesar de ello, habría que plantearse si reforzando el uso del velo con la moda también se reforzaría la creencia religiosa o si más bien podría suceder lo contrario, y que se produjera una brecha de separación de conceptos entre llevar velo y ser una ferviente y practicante musulmana.

Esta nueva moda no llega a contentar del todo, ya que los más conservadores defienden un Hiyab sencillo que no deje entrever los tributos femeninos, alegando que la función misma del velo es la de vestir a una mujer sencilla y humilde que cubra sus “encantos femeninos”.

No están de acuerdo con las tendencias más rompedoras en las que se ven mujeres con hiyab muy femeninos y coloridos . Un estilo que más que esconder la belleza femenina, hace por resaltarla y acentuarla. 



Analizando la situación y el controvertido debate, es imposible no entrever ciertas semejanzas entre todas las mujeres en general, ya sean musulmanas, cristianas o ateas. Occidente con su ya gastado caballo de batalla alega por unos derechos y libertades, exigiendo que las musulmanas se liberen de su Hiyab (símbolo según ellos de la opresión femenina), sin querer ver que en su propia sociedad se dan circunstancias en las que las mujeres también están condicionadas a vestir acorde a lo socialmente establecido.

Es fácil encontrar paralelismos entre una musulmana que sea bien vista por su comunidad al llevar Hiyab (entrando en el debate de qué estilo es mejor llevar de cara a la galería) y una occidental que tenga que calzar tacones para una entrevista de trabajo o llevar minifalda para simplemente poder entrar en discotecas por la noche. ¿Somos realmente libres y decisorias?

Nos hacemos prisioneras de las tendencias, de la opinión social y religiosa sin plantearnos qué nos apetece realmente llevar para sentirnos auténticamente nosotras mismas conforme a nuestro estilo de vida, nuestra comodidad e incluso conforme a nuestra fe. 
Y es gracias a ese consentimiento tácito con el que hacemos posible que los demás puedan hacer su jugoso negocio.


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