El
verano
de
2011
aparecía
en
los
medios
esta
fotografía:
Es,
o
era,
el
sirio
Ibrahim
Qashoush
(puede
leerse
su
nombre
en
la
imagen).
La
fotografía
muestra
el
momento
en
el
que
fue
encontrado
su
cadáver,
el
4
de
julio
de
ese
mismo
año,
a
orillas
del
río
Orontes o, en su topónimo árabe, Nahr al-'Assi (el río rebelde). Para algunas personas, nacía un
mártir; mientras que, para otras,
no
se trataba más
que
de
un
montaje, una
conspiración
terrorista.
Con
respecto
al
Ibrahim
mártir,
su
fama
se
debe a
que
a
él
se
la
atribuye
la
autoría
de
diversos
cantos
pro-revolución
que
se
usaron
en
las
distintas
manifestaciones
de
2011.
Para
entender
esa
fama
hay
que
añadir
que,
no
sólo
lo
asesinaron
(condición
necesaria
de
cualquier
mártir),
sino
que,
quienes
lo
asesinaron,
le
arrancaron
además
las
cuerdas
vocales.
Por
ello,
no
es
raro
encontrar
comparaciones con
Víctor
Jara.
Aquí
un ejemplo de qué tipo de canciones
estamos
hablando:
El
vídeo
muestra
un grupo de
manifestantes
anti-Assad
en
Hama el 27 de junio de 2011, según la descripción del vídeo,
exigiendo,
a
ritmo
de
dabke, al parecer no ya la
dimisión
del
gobierno
de
Assad,
sino
incluso quizás el
destierro
de
éste
(yella
erhal
ya
Bashar
:
vete,
Bashar).
El
mito
de
Qashoush
se
extendió
rápidamente,
y
la
noticia
apareció en
el
Huffingtpost, el NewYorkTimes
o
al-Jadeed
(periódico
libanés),
entre
otros,
así
como
en
distintos
blogs
o
medios
de
prensa
menores.
Qashoush
era
un
mártir,
su
vete
Bashar
se
siguió
cantando
tras
su
muerte
y,
de
hecho,
no hubo que esperar mucho a que aparecieran versiones:
Sin
embargo,
al
mismo
tiempo
que
se
creaba
el
mito,
surgía
una
reacción
instantánea:
aparecieron
los
primeros
escépticos
encargados
de
desmontarlo (lo habrá podido comprobar quien haya pinchado en el enlace del New York Times).
Destaco
el
blog
de
truthsyria,
en
el
que
se
llega
a
afirmar
que
todo
sería
una
conspiración
de
al-Qaeda,
rebeldes, o terroristas
sin
más,
metiendo todo en el mismo saco, tanto a terrorists
(palabra
que se repite constantemente) como a rebels. Admito que es sobre todo el
tono
del
autor
lo
que
inmediatamente
le
hace
a
uno
pensar
que
es
poco
más
que
una
teoría
a la altura de la paleocontact hypothesis,
pero
contrastando
información
uno
ve
elementos
que no son tan disparatados como pudiera parecer de primeras.
Si uno lee la noticia del New York Times o el artículo de Truthsyria, habrá visto ya que existe la posibilidad de que Ibrahim
Qashoush
no
compusiera el
ya
citado vete Bashar y otros cantos revolucionarios,
sino
que
sería
este
hombre:
Subo
la
foto
consciente
del
riesgo,
ya
que
contrastar
fuentes
en
este
asunto
no
es
un
tema
fácil.
Se
trata
supuestamente
de
Abd
al-Rahman
Farhoud,
conocido
como
Rahmani.
Si
esta
segunda
versión
es
la
cierta,
habrían
sido
miembros
de
grupos
rebeldes,
o yihadistas,
o islamistas, quienes habrían
asesinado a Qashoush por
ser
un
informador
del
régimen,
pero
habrían
manipulado
todo
con
el
fin
de
inventar
toda
esta
historia para
fortalecer
y
difundir
su
causa.
Es
decir:
habrían
convertido
al
enemigo
en
mártir
de
su
propia
causa.
Y algunos mass
media pro-Occidente habrían
contribuido
también
a
ello. Y Rahmani habría sido uno de los responsables de esta manipulación.
La
otra
versión
es la
de
un
cantautor-protesta
(si
se
me
permite
la
expresión),
un
rebelde,
un
revolucionario, para algunos, asesinado
por
las
fuerzas
del
régimen.
Algo,
por
otro
lado,
que
no
sería
sorprendente,
por
desgracia.
¿A
quién creer? ¿Y por qué?
Obviamente
no
trato aquí de
analizar
los
acontecimientos
sirios,
y mucho menos de juzgarlos.
Aunque sí pueden recordarse unos mínimos: en primer lugar, que hablar de rebeldes
como
un todo es ya de por sí un error, como también es un error confundir el islamismo con el yihadismo. Además, si bien Bahar Kimyongür hablaba a finales de 2011 en Syriana: la conquête continue, de un enfrentamiento de terroristas-salafistas, apoyados por países como Arabia Saudí y Estados Unidos, contra el régimen de Assad y sus partidarios, hoy día parece ser más bien que existe un conflicto entre numerosos bandos de todo tipo y color que no puede reducirse exclusivamente al sempiterno maniqueísmo dominado, en estos tiempos, por las intervenciones occidentales.
Todo esto sin entrar en la frivolidad con la que se pronuncia el término terrorismo como si fuera sinónimo de homicidio, cuando es mucho más que eso.
En
cualquier
caso,
no
es
nada
sencillo
tratar
de
explicar
el
conflicto
en
Siria
(¿acaso
algo
lo
es?
¿acaso
es
Siria,
o
el
Middle-East,
una
excepción
que
pone
a
prueba
la
regla?
¿y por qué?).
Volviendo al objeto concreto de este artículo, Qashoush
no
es
el
único
mártir
sirio:
Hisham
al-Kharsi,
Mamdouh
al-Akrah,
Muhammad
Maree,
son
otros
personajes
que,
asesinados
presuntamente
por
fuerzas
del
régimen,
pasaron
a
convertirse
en
mártires, cuando, para otros, habrían sido partidarios del régimen asesinados por terroristas.
Aquí
es
donde
surge
la
impotencia
del
observador:
quizás
algunas personas consideren un
exceso
culpar
a grupos "terroristas" de
haber
llevado
a
cabo
todo
este gran
montaje,
toda
una
gran
mentira
que
tuviera
como
objetivo el
desprestigio
del
gobierno
de
Assad;
otras pueden
entender que
es
una
idea
totalmente
razonable (no olvidemos a Israel);
tal
vez
para
algunas Qashoush
sería
sin
duda un Víctor
Jara
de una revolución
siria.
O
también
pueda
ser
que
Qashoush
fuera ese “cantautor-protesta”
y
se
haya
exagerado
su
figura
-aunque
exagerarla
no
sería
grave-.
Las
posibilidades
con
las
que
uno
puede
especular
son
numerosas
y
pueden
combinarse,
pero
se
trataría
de
un
mero
pasatiempo. La
información
es
mínima.
Uno
no
puede
encontrar
ni
siquiera
más
que
dos o
tres fotografías
suyas,
y
todas del
momento
en
que apareció su
cadáver.
Imposible
obtener
conclusiones
evidentes.
Por
ello,
lo
único que parece claro
en todo este asunto es
que
quizás
no
llegue
a
tenerse
nunca
la
certeza
de
quién
fue
exactamente
Ibrahim
Qashoush.
No
sólo
por
falta
de
información, ni tampoco ya solamente porque buena parte de la información sobre Siria está extremadamente sesgada, sino, sobre todo,
porque
siempre hay demasiados
intereses
cruzados
cuando
se
trata
de
hablar
de
héroes.
En ese sentido, en
el
momento
en
que
descubrí
la
figura
de
Qashoush
yo
mismo
no
pude
evitar
pensar
en
Víctor
Jara
o
en
Matoub
Lounès,
ya
que
todo
cuanto
leía
sobre
él
daba
a
entender
que,
en
efecto,
era
una
figura
análoga.
No
obstante,
bastaba con
buscar
más información acerca
de
él
para
hacer saltar la duda. A medida que se indaga en el tema el
asunto
se
hace
cada
vez
más
complejo,
y
menos satisfactorio.
No obstante,
lo
polémico
de
su
figura
no
le
resta
importancia
al
hecho
de
que
se convirtiera en
un
símbolo
para x personas, al margen de que uno apoye o no su causa (sea cual sea exactamente). Pero por
eso
existen
los
mártires.
Tanto
allí
y
ahora
como
en
cualquier
lugar
y
tiempo,
y
no
hay
que
irse
muy
lejos
para
comprobarlo.
En
cualquier
caso,
y
en
definitiva,
esta historia de Qashoush
supone todo
un
ejemplo
de
la
cautela
que
debe
de
tenerse
ante
la
propaganda
y
la
mitología.
Siempre. Venga
de
quien
venga.
Aunque
quisiéramos
creerla.
Por
otro lado, también puede ser que los mitos sean necesarios. E
inevitables.
Puede que todo se trate, al fin y al cabo, de saber tomar posiciones.
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