lunes, 6 de enero de 2014

IBRAHIM QASHOUSH: EL MITO Y EL CONTRA-MITO.


El verano de 2011 aparecía en los medios esta fotografía:


Es, o era, el sirio Ibrahim Qashoush (puede leerse su nombre en la imagen). La fotografía muestra el momento en el que fue encontrado su cadáver, el 4 de julio de ese mismo año, a orillas del río Orontes o, en su topónimo árabe, Nahr al-'Assi (el río rebelde). Para algunas personas, nacía un mártir; mientras que, para otras, no se trataba más que de un montaje, una conspiración terrorista.
Con respecto al Ibrahim mártir, su fama se debe a que a él se la atribuye la autoría de diversos cantos pro-revolución que se usaron en las distintas manifestaciones de 2011. Para entender esa fama hay que añadir que, no sólo lo asesinaron (condición necesaria de cualquier mártir), sino que, quienes lo asesinaron, le arrancaron además las cuerdas vocales. Por ello, no es raro encontrar comparaciones con Víctor Jara.
Aquí un ejemplo de qué tipo de canciones estamos hablando:



El vídeo muestra un grupo de manifestantes anti-Assad en Hama el 27 de junio de 2011, según la descripción del vídeo, exigiendo, a ritmo de dabke, al parecer no ya la dimisión del gobierno de Assad, sino incluso quizás el destierro de éste (yella erhal ya Bashar : vete, Bashar).
El mito de Qashoush se extendió rápidamente, y la noticia apareció en el Huffingtpost, el NewYorkTimes o al-Jadeed (periódico libanés), entre otros, así como en distintos blogs o medios de prensa menores. Qashoush era un mártir, su vete Bashar se siguió cantando tras su muerte y, de hecho, no hubo que esperar mucho a que aparecieran versiones:



Sin embargo, al mismo tiempo que se creaba el mito, surgía una reacción instantánea: aparecieron los primeros escépticos encargados de desmontarlo (lo habrá podido comprobar quien haya pinchado en el enlace del New York Times).
Destaco el blog de truthsyria, en el que se llega a afirmar que todo sería una conspiración de al-Qaeda, rebeldes, o terroristas sin más, metiendo todo en el mismo saco, tanto a terrorists (palabra que se repite constantemente) como a rebels. Admito que es sobre todo el tono del autor lo que inmediatamente le hace a uno pensar que es poco más que una teoría a la altura de la paleocontact hypothesis, pero contrastando información uno ve elementos que no son tan disparatados como pudiera parecer de primeras.
Si uno lee la noticia del New York Times o el artículo de Truthsyria, habrá visto ya que existe la posibilidad de que Ibrahim Qashoush no compusiera el ya citado vete Bashar y otros cantos revolucionarios, sino que sería este hombre:


Subo la foto consciente del riesgo, ya que contrastar fuentes en este asunto no es un tema fácil. Se trata supuestamente de Abd al-Rahman Farhoud, conocido como Rahmani. Si esta segunda versión es la cierta, habrían sido miembros de grupos rebeldes, o yihadistas, o islamistas, quienes habrían asesinado a Qashoush por ser un informador del régimen, pero habrían manipulado todo con el fin de inventar toda esta historia para fortalecer y difundir su causa. Es decir: habrían convertido al enemigo en mártir de su propia causa. Y algunos mass media pro-Occidente habrían contribuido también a ello. Y Rahmani habría sido uno de los responsables de esta manipulación.
La otra versión es la de un cantautor-protesta (si se me permite la expresión), un rebelde, un revolucionario, para algunos, asesinado por las fuerzas del régimen. Algo, por otro lado, que no sería sorprendente, por desgracia.

¿A quién creer? ¿Y por qué?

Obviamente no trato aquí de analizar los acontecimientos sirios, y mucho menos de juzgarlos. Aunque sí pueden recordarse unos mínimos: en primer lugar, que hablar de rebeldes como un todo es ya de por sí un error, como también es un error confundir el islamismo con el yihadismo. Además, si bien Bahar Kimyongür hablaba a finales de 2011 en Syriana: la conquête continue, de un enfrentamiento de terroristas-salafistas, apoyados por países como Arabia Saudí y Estados Unidos, contra el régimen de Assad y sus partidarios, hoy día parece ser más bien que existe un conflicto entre numerosos bandos de todo tipo y color que no puede reducirse exclusivamente al sempiterno maniqueísmo dominado, en estos tiempos, por las intervenciones occidentales.
Todo esto sin entrar en la frivolidad con la que se pronuncia el término terrorismo como si fuera sinónimo de homicidio, cuando es mucho más que eso.
En cualquier caso, no es nada sencillo tratar de explicar el conflicto en Siria (¿acaso algo lo es? ¿acaso es Siria, o el Middle-East, una excepción que pone a prueba la regla? ¿y por qué?).

Volviendo al objeto concreto de este artículo, Qashoush no es el único mártir sirio: Hisham al-Kharsi, Mamdouh al-Akrah, Muhammad Maree, son otros personajes que, asesinados presuntamente por fuerzas del régimen, pasaron a convertirse en mártires, cuando, para otros, habrían sido partidarios del régimen asesinados por terroristas.
Aquí es donde surge la impotencia del observador: quizás algunas personas consideren un exceso culpar a grupos "terroristas" de haber llevado a cabo todo este gran montaje, toda una gran mentira que tuviera como objetivo el desprestigio del gobierno de Assad; otras pueden entender que es una idea totalmente razonable (no olvidemos a Israel); tal vez para algunas Qashoush sería sin duda un Víctor Jara de una revolución siria. O también pueda ser que Qashoush fuera ese “cantautor-protesta” y se haya exagerado su figura -aunque exagerarla no sería grave-. Las posibilidades con las que uno puede especular son numerosas y pueden combinarse, pero se trataría de un mero pasatiempo. La información es mínima. Uno no puede encontrar ni siquiera más que dos o tres fotografías suyas, y todas del momento en que apareció su cadáver. Imposible obtener conclusiones evidentes.
Por ello, lo único que parece claro en todo este asunto es que quizás no llegue a tenerse nunca la certeza de quién fue exactamente Ibrahim Qashoush. No sólo por falta de información, ni tampoco ya solamente porque buena parte de la información sobre Siria está extremadamente sesgada, sino, sobre todo, porque siempre hay demasiados intereses cruzados cuando se trata de hablar de héroes. En ese sentido, en el momento en que descubrí la figura de Qashoush yo mismo no pude evitar pensar en Víctor Jara o en Matoub Lounès, ya que todo cuanto leía sobre él daba a entender que, en efecto, era una figura análoga. No obstante, bastaba con buscar más información acerca de él para hacer saltar la duda. A medida que se indaga en el tema el asunto se hace cada vez más complejo, y menos satisfactorio.
No obstante, lo polémico de su figura no le resta importancia al hecho de que se convirtiera en un símbolo para x personas, al margen de que uno apoye o no su causa (sea cual sea exactamente). Pero por eso existen los mártires. Tanto allí y ahora como en cualquier lugar y tiempo, y no hay que irse muy lejos para comprobarlo.
En cualquier caso, y en definitiva, esta historia de Qashoush supone todo un ejemplo de la cautela que debe de tenerse ante la propaganda y la mitología. Siempre. Venga de quien venga. Aunque quisiéramos creerla.
Por otro lado, también puede ser que los mitos sean necesarios. E inevitables.

Puede que todo se trate, al fin y al cabo, de saber tomar posiciones.

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